La inflación sigue dando que hablar en el mundo. Los indicadores son obstinados y parecen tener como propósito demostrar que quienes lideran los bancos centrales no tienen las cartas marcadas. O, al menos, no todos.
Es que, pese al interés de la FED y compañía de lograr un freno en la actividad que permita domar los precios, existen motivos que permiten intuir que queda un largo camino por recorrer.
En parte, algunos encuentran como respuesta al problema el temor de los banqueros centrales a provocar una recesión con una política demasiado dura. Pero, claro, no es la única variable.
Al menos así lo manifestaron analistas esta semana, que advirtieron sobre otros factores que están incidiendo y demorando el tan ansiado freno en la inflación, entre los que sobresalen los efectos de la pandemia y los incentivos de los gobiernos.
La respuesta de la FED a estos cuestionamientos la proporcionó el mismo Jerome Powell, presidente de la institución, quien insinuó que, pese a no hacer cambios en la última reunión, podrían profundizar la política sobre la tasa de interés.
Habrá que esperar el resultado de cada reunión para saber si el camino elegido es el de la moderación. “Esperaría que algo así continúe, suponiendo que la economía evolucione como se esperaba”, advirtió. La clave, entonces, está en la evolución de los indicadores.
En Europa, la cosa parece estar más clara si se tienen en cuenta las declaraciones de la presidente del Banco Central de Europa, Christine Lagarde, quien sostuvo que “es improbable que podamos decir pronto que los tipos han tocado techo”.
Eso pese a que, en algunos países, hay números muy alentadores. En España, por caso, la inflación bajó a 1,9% interanual. Nada mal si se tiene en cuenta que el límite tolerable (y al que buscan llegar) está en torno al 2 por ciento.
Eso sí: si se rasca un poco sobre los valores, se pueden obtener algunos datos no tan buenos. La subyacente, esa que no tiene en cuenta los elementos de consumo más volátiles, continúa siendo alta (fue del 5,9% en junio).
En Alemania, en cambio, siguen inquietos por este tema. El indicador de junio arrojó una cifra que todavía está lejos de las expectativas y preocupa que los precios de los alimentos (aunque hayan bajado) todavía se mantengan altos.
En la región sur del continente americano, en tanto, hay muestras de que las políticas rígidas dan resultado. Ocurre que muchas naciones están logrando muy buenos números y Brasil es un ejemplo: logró que la inflación toque su nivel más bajo en 2 años.
El gigante latinoamericano fue, precisamente, el que más elevó los tipos (hoy están casi en un 14%). Por ese motivo, algunos economistas se preguntan si no es momento de que los países comiencen a reducirlas.
Al menos así lo manifestó Joan Domene, economista senior de Oxford Economics, al afirmar: “Esperamos que los bancos centrales de América latina sean los primeros en reducir las tasas a nivel mundial porque hay varias dinámicas internas que han beneficiado a la región”.
La OCDE, incluso, pronostica buenos números en Latinoamérica. En efecto, las proyecciones del PBI muestran un crecimiento en la mayoría de los países en 2023 (a excepción de Chile, cuyo indicador retrocederá en 0,1%).
Costa Rica (+2,8%), México (+2,6%), Brasil (+1,7%), Perú (+1,7%) y Colombia (+1,5%) están en lo más alto de la tabla del informe titulado “Perspectivas económicas” y que analiza otros aspectos de cara al resto del año.
La nota, no obstante, la da la Argentina. Según el organismo, los datos aseguran que este año habrá una recesión económica y una mayor inflación. Y, como si fuera poco, vaticinan una devaluación forzosa.
La falta de dólares es demasiado difícil de ocultar. Incluso, es el mismo Gobierno el que se encarga de dejarlas en evidencia. La última: le abonará al FMI una parte de la deuda con yuanes. Algo así como rascar la olla.
Mientras, los importadores se muestran preocupados frente a las demoras cada vez más prolongadas en la liberación de divisas para afrontar los pagos de las compras de bienes en el exterior.
El Banco Central, en tanto, vendió el jueves u$s57 millones. La cifra no dice nada por sí sola, pero marca una tendencia que se podría consolidar esta tarde, al cierre de las ruedas, cuando termine junio con saldo negativo (que hasta ayer fue de u$s700 millones).
Es curioso, de cualquier modo, ver cómo muchos esperan que aparezca una solución mágica que pueda poner fin a tantos pesares. Señales del FMI, de los mercados, de las encuestas. Hay, incluso, quienes se entusiasman con el más allá.
Justo esta semana se dio a conocer que la NASA busca poner en marcha una expedición para excavar en la Luna. Y esto no es un dato menor… quien dice, tal vez las soluciones se encuentren ocultas debajo de la superficie lunar.
Lo cierto es que hay que buscar alternativas que funcionen, no esperar que caigan del cielo. Además, el proyecto está pensado para iniciar en 2032, por lo que quedan muchos años por delante. Demasiado tiempo para las urgencias de la Argentina de hoy.