Dicen que, para muestra, alcanza un botón. Y se cumple si hablamos del sistema tributario argentino. Muchos dirán -y con bastante razón, por cierto- que existen demasiados botones si hablamos de impuestos en la Argentina.
Pero, dada la trascendencia que tomó el tema por el faltante de naftas en las estaciones de servicio y los anuncios del Gobierno, sería bueno analizar uno en particular: el Impuesto sobre los Combustibles Líquidos y al Dióxido de Carbono.
Luego de realizar un repaso sobre los últimos cambios, Darío Rajmilovich, socio de Expansion Holding, dejó en evidencia cómo se desconfiguró el gravamen y dejó de perseguir los objetivos que le dieron origen.
Además de resaltar el grave desfasaje que genera la falta de actualización de los parámetros en un escenario inflacionario como el actual, explicó que dejó de ser un impuesto ambientalista para ser un mero recaudador de fondos.
“Por eso es necesario comenzar a pensar un sistema tributario distinto, que sirva para mostrar el camino a seguir y no uno en los que los impuestos sean una moneda de cambio que se ponen y se sacan sin más argumentos que la necesidad del momento”, sostuvo.
Y concluyó: “Llegó el momento de sincerar de una buena vez los impuestos en la Argentina, de evitar imponer gravámenes sin sentido y de ajustarlos a un esquema que refleje la línea de política económica y el sistema de justicia que buscamos”.
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