El INDEC puso punto final a los pronósticos, cálculos y expectativas generados en torno a la inflación al anunciar que en diciembre fue del 5,1%. Con esta cifra, el Gobierno se garantizó cerrar el 2022 con un indicador sin tres números.
Pero el 94,8% acumulado durante el año pasado trajo un alivio exagerado. Porque seamos sinceros: si bien el impacto hubiese sido totalmente diferente con un IPC de más de 100 puntos, eso no significa que haya mucho que festejar.
Juan Manuel Ocampos contó en su columna para El Economista que, si miramos el escenario completo con el que llegó hasta estos días y lo comparamos con otros años electorales, el Gobierno tiene todas las de perder. Y no habla sólo de elecciones.
El 2022 llegó a su fin con un inusitado valor, sobre todo si miramos el instrumento probablemente más utilizado por los argentinos, que es el plazo fijo. El rendimiento fue del 75% a diciembre.
“En resumidas cuentas, podemos decir que el Gobierno no tiene un camino simple por delante. Por el contrario, hizo uso y abuso de todas las herramientas que tuvo a su mano para que la economía no explotara”, explicó el CFO de Expansion.
Y concluyó: “Lo que queda claro es que llegó al año electoral sin demasiado margen, con una tasa de interés muy por encima de las de años anteriores, niveles de inflación esperados de más de 90 puntos y una base monetaria dramáticamente elevada”.
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