La semana comenzó con una buena noticia: el Gobierno y la oposición en los Estados Unidos arribaron finalmente a un acuerdo, lo que significa que no habrá un Armagedón económico (al menos no a consecuencia de un default en el país del norte).
Luego de semanas de arduas negociaciones, Joe Biden y Kevin McCarthy llegaron a un entendimiento y ahora la propuesta para elevar el techo de deuda estadounidense sólo necesita la rúbrica del Congreso para ponerse en marcha (una simple formalidad).
La tensión que generaron las charlas les sirvieron a los republicanos para imponer algunos límites en los gastos. Los demócratas también se llevaron una enseñanza: es momento de analizar opciones para no depender de la oposición y evitar condicionamientos futuros.
La solución que gana cada vez más fuerza es invocar la 14va. Enmienda, pero la probable judicialización de esta alternativa provocaría tantas idas y vueltas como en las negociaciones que llevaron adelante Biden y McCarthy. O sea, un problema más que una solución.
Mientras el murmullo permanece en bambalinas, Wall Street se manifiesta a viva voz. De manera ambivalente se mueve el mercado, dado que el de valores está cerca de lograr un máximo anual, y el de deuda preocupa bastante.
Es que los aumentos de la tasa de interés por parte de la FED provocaron efectos indeseados en empresas, consumidores y promotores inmobiliarios, que vieron cómo se endurecieron las condiciones crediticias en esta primavera boreal.
En tanto, las bolsas europeas tuvieron un comportamiento errático luego del anuncio de acuerdo entre Biden y McCarthy: primero con euforia alcista, luego con temores bajistas. Una montaña rusa de acciones que terminó mostrándose más prudente que arriesgada.
La buena noticia, en todo caso, la dio la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde. Es que, según la visión de la entidad, la inflación núcleo estaría cediendo y, por consiguiente, podría empezar a detenerse la marcha de los tipos de interés.
“Ahora nos estamos aproximando a nuestra altitud de crucero y eso significa que debemos seguir ascendiendo de forma más gradual, utilizando la velocidad que ya hemos ganado”, aseguró en Frankfurt.
Por su parte, luego de realizar uno de sus tantos análisis técnicos, el FMI solicitó a un país sudamericano realizar un ajuste fiscal sin tocar el gasto social para reducir el peso de la deuda.
Todos podrían pensar que se trata de una recomendación para la Argentina, hasta que se enteran que llegaron con un elogio por la implementación de políticas macro y por el cese intervencionista en el mercado de cambios. Entonces, ¿de quién se trata?
La de cal y la de arena fueron para Uruguay, que recibió una misión técnica de los funcionarios del FMI en marzo y cuyos resultados fueron dados a conocer públicamente esta semana.
En la Argentina, no obstante, hubo también algunas malas y otras no tanto. Por empezar (por las primeras), la actividad cayó casi un 4% en abril y, según consultoras, empeoraron los pronósticos para el futuro.
La inflación, en tanto, sigue sin dar tregua. Las estimaciones privadas arrojan una suba de precios en torno al 9% en mayo, impulsado fundamentalmente por las tarifas de los servicios y los alimentos.
Todo lo contrario ocurre en Brasil, donde el indicador caería al 5,71% anual. Al menos así fue la conclusión a la que arribó la encuesta que publica semanalmente el Banco Central con las expectativas de las entidades financieras sobre los principales indicadores económicos.
Pero el equipo económico argentino puede celebrar al menos dos novedades: la primera está relacionada con un apoyo clave que recibió el país para ingresar al Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS.
La encargada de transmitir el mensaje fue la ex mandataria brasileña, Dilma Rousseff. Pero claro, no todo es color de rosa: si bien existe un fuerte espaldarazo, la concreción llevará tiempo. Algo que choca de frente con los ansiosos intereses oficialistas.
La otra buena noticia es el acuerdo alcanzado con empresas chinas, que realizarán aportes de aproximadamente u$s1.000 millones para tres proyectos energéticos. Un monto que se presume escaso, pero sin dudas será muy útil para las flacas reservas.
El Gobierno chino, en tanto, busca que su economía acelere de una buena vez. Es que, según los analistas privados, cada vez hay más indicadores que muestran cómo la actividad pierde impulso.
La producción industrial, las ventas inmobiliarias y el crecimiento del crédito, por caso, quedaron por debajo de las previsiones en abril y principios de mayo. Y, por consiguiente, cada vez hay más preocupación.
La alternativa que existe a estos sinsabores económicos mundiales está en Japón, donde Keiko Kawano ayuda a las personas a entrenar los músculos faciales para que puedan sonreír.
Es que, luego de tres años en los que las mascarillas fueron moneda corriente, algunos japoneses sienten que sus expresiones faciales quedaron un poco oxidadas y encontraron a su salvadora.
Convengamos que si en algo podemos estar todos de acuerdo es en que siempre -aún pese a que las novedades económicas a veces no son buenas- es mejor una sonrisa. Eso sí, habrá que esperar un poco, porque la agenda de Kawado está al rojo vivo.