Los impuestos no son exclusivos de la era moderna. Por el contrario, ya el Antiguo Testamento narra sobre Iosef “el Justo”, quien -por inspiración divina- había establecido un tributo equivalente al 20% de la cosecha en favor del faraón.
Si bien milenios separan la historia incluida en el libro de Bereshit (Génesis) de las complejas estructuras fiscales de hoy en día, se puede encontrar la esencia que debería respetar cualquier estructura impositiva.
Es que en cuatro versículos de las Escrituras se esconden definiciones que, analizadas con ojos del Siglo XXI, pueden ayudar a identificar un sistema tributario bastardo y diferenciarlo de uno legítimo.
Así lo manifestó Darío Rajmilovich en su columna para El Economista en la que analizó los aspectos clave del primer gravamen que se conoce y puso de manifiesto la necesidad de trasladar la esencia a los impuestos de hoy.
El socio de Expansion Holding, luego de realizar un repaso por la historia bíblica, aportó el listado de tributos que debería tener el sistema tributario argentino para dejar de ser “bastardo”.
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