Lo que acaba de anunciar el Gobierno es, por fin, un sinceramiento. Se afloja el aparato fiscal que durante años trató a los contribuyentes como sospechosos permanentes.
Es una señal positiva. Pero para que haya verdadera confianza, no alcanza con desarmar lo anterior: se necesitan leyes que protejan a quienes deciden confiar, aseguró Diego Fraga en su columna para El Economista.
El socio de Expansion Business recordó que “desde hace más de una década, con Echegaray a la cabeza, la AFIP construyó un sistema que convirtió a ciudadanos y empresas en informantes involuntarios”.
El resultado, según su visión, fue que “cada vez más personas atrapadas por controles ridículos”. “Lo que ahora se propone es, simplemente, sentido común”, aclaró y agregó que se logra respetar un derecho básico que es la privacidad.
Sin embargo, apuntó contra el nuevo régimen de “Ganancias Simple”. Desde su perspectiva pretender desarmar el Monotributo “sin ofrecer un sistema igual o mejor solo genera incertidumbre”.
Si bien aclaró que “la idea es buena”, sostuvo que “el diseño todavía es imperfecto”. “Si no se ajusta, no será una solución, sino apenas una nueva categoría confusa dentro del mismo sistema disfuncional de siempre”, concluyó.
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